miércoles, 12 de diciembre de 2012

Lecturas mal digeridas por jóvenes y escritores.



Por Juan Pablo Plata.

Porque lo vi en escritores, poetas, cenáculos, tertulias y en universidades con facultades de literatura y / o creación literaria, entre otros, puedo decir que la Generación Beat y el malditismo mal digeridos, por ejemplo, han hecho mucho daño a muchos literatos en ciernes o ya viejos o mejor, y en aras de la verdad, estos mismos y no las obras, se han hecho daño por entender mal lo que tan claro está en las vidas y obras de los íconos a quienes nunca podrán alcanzar, por no entender como las polillas ante un foco que lo que encandila y atrae muchas veces quema y acaba. Este fenómeno lo he podido constatar en el hemisferio occidental, en Latinoamérica y Estados Unidos. Así que no sé cómo sean las cosas en otros lados.

Para desglosar lo anterior, pongamos el caso de un(a) señor(a) de cincuenta años y un(a) muchacho(a) de diecinueve, que al fin y al cabo, son el mismo, pero que, tal vez, tienen mínimas diferencias en la cantidad de años, lecturas y experiencia.
Este señor y muchacha son ávidos lectores de Charles Bukowski, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Rafael Chaparro Madiedo, Andrés Caicedo, Jack Kerouac, Efraim Medina Reyes, Allen Ginsberg, los Nadaístas, Raúl Gómez Jattin, Porfirio Barba Jacob, el poeta peruano Luis Hernández, Rodolfo Fogwill, etc. En fin. Con esta breve enumeración se puede hacer una idea el lector de la entrada.

Ahora, las vidas de estos autores y en algunas ocasiones sus obras literarias o viceversa, llevan bohemia, rebeldía manceba y otra con causas justas, además de la ingesta inconmensurable de alcohol y el consumo de drogas. Sus obras y existencias son alicientes para escritores jóvenes y eso estaría bien por sí solo, pero pasa que estos escritores de diecinueve pueden llegar a cincuenta con el mismo Olimpo personal de autores y con la frustración de haber perseguido una carrera literaria por medios equivocados: queriendo emular las vidas y obras de otros escribiendo inspirados por la estimulación alcohólica, drogadicta y una bohemia calcada de lo que fueron las vidas y obras de los íconos como los citados. La equivocación está en el método y el resultado, pues ya no habrá otra Bogotá igual a la de 1980 – 1990 en la que se basó Rafael Chaparro Madiedo para Opio en las nubes, ni tampoco habrá otra Cali como la de Andrés Caicedo en ¡Qué viva la música! o la París de Charles Baudelaire en sus Flores del mal ni otros Estados Unidos tan alegres e inveterados, resueltos, llenos de Blues, de BeBop-Jazz y amantes de la vida vagabunda y de las personas con sustancia como Dean Moriarty, como en la novela En el camino de Jack Kerouac.

Y no es que no se deba leer y estudiar a estos autores. Al contrario. En ninguna línea sugiero semejante prescripción. Lo que sí deben hacer los escritores-lectores de estos decadentes, malditos, Nadaístas y Beats, es vivir y narrar con distancia y con cuanta originalidad puedan frente a estos íconos y movimientos que les son tan queridos: narrar y hacer la fiesta de los años que tienen en frente sin repetir la plana mejor hecha por otros.
Sirvan acá un par de versos descontextualizados de la canción Nuestro sueño del grupo Niche: Sé que sigo siendo primero, único y verdadero. Y es que nunca te fallé, nunca te fallé.

Por ejemplo: Charles Bukowski y su popular alter ego Henry Charles Chinaski ya hubo y otros no habrá.
No le falles a tus íconos joven escritor: Puedes hacerlo mejor y distinto. Ese sería el mejor homenaje para ellos.

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lunes, 3 de diciembre de 2012

Christopher Hitchens en Cartas a un contradictor joven.

Christopher Hitchens en Cartas a un contradictor joven: Cuídate de lo irracional, no importa cuán seductor sea. Huye de lo ``trascendente´´ y de todos los que te inviten a someterte o aniquilarte. Desconfía de la compasión; prefiere antes la dignidad para contigo y los demás. No tengas miedo de ser considerado arrogante o egoísta. Imagínate a todos los expertos como si fueran mamíferos. Nunca seas un simple espectador de la injusticia o la estupidez. Busca la discusión y la disputa por su propio bien, la tumba te proporcionará un montón de tiempo para el silencio. Sospecha de tus propios motivos y de todas las excusas. No vivas por los demás más de lo que esperas que otros vivan por ti.

Traducción libre por Juan Pablo Plata.

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sábado, 29 de septiembre de 2012

Las cartas de verdad (Relato)

Por Juan Pablo Plata.

@jppescribe

Antes, cuando no me salía nada, usaba acomodadas para cada ocasión las cartas de Juan Rulfo a su mujer, que no hacía mucho habían sido publicadas. Eran muy efectivas las postales del escritor mexicano, por tiernas y bien escritas. Las modificaciones que le hacía a las correspondencias comenzaban por el nombre de la muchacha, después cambiaba la fecha y hacía la adición de detalles propios de la relación. Una mañana, de no sé de qué mes y año del final de mi adolescencia, me desperté con el problema de haber usado y agotado ya todas las combinaciones de las cartas en el libro. Recordaba mucho a la novia de entonces, porque su padre era arquitecto y tenía unos ojos de pez payara, pero amarillos y más saltones, y porque no tuve cómo, no hubo carta, para poder ablandarle el corazón por una falta de la que hoy ya no tengo memoria. Por entonces no sabía cómo escribir una carta honesta y dolida. Pensé que Rulfo debió haber escrito más de ochenta cartas o que debieron poner más de ellas en el libro. Intenté escribir, pero no logré nada. Me tiraba la fuerza de la costumbre de lo fácil que había sido hasta entonces pedir perdón, justificar una ausencia o desatención. Como estrategia final, fui a buscar las posibles cartas amorosas de mi familia, para ver si sobre ellas ajustaba mis necesidades y sentimientos. No encontré nada ni en los cajones de los hombres, ni en los de las mujeres. No existían las cartas o estaban confinadas al mayor secreto. En la biblioteca pública tampoco encontré nada útil y el temor me impidió pedir ayuda a alguien, pues podían delatarme. Tampoco quería dedicar una canción. Todo eso desvariaba. La muchacha, una morena lindísima, se perdió y supe que por lo menos en mi ciudad ya no podía usar las cartas de Aire de las colinas. Ya estaban muy usadas y podía ser descubierto. Por una temporada dejé las relaciones largas y tormentosas y me dediqué a breves escarceos, a mis estudios y viajé a otra ciudad. No necesité cartas por un rato. Cuando regresé, conocí a Marcela Vernela, una recién llegada a la ciudad. Nos enamoramos y pronto tuvimos nuestra primera refriega por mi culpa. Pensé, para variar, en usar una vez más a Rulfo, pero recordé que ella cuando no hablaba de sus planes futuros, casi siempre botaba corriente sobre música llanera o de los libros que leía y dentro de esos estaba Don Juan Rulfo. Con el recuerdo vivo del fracaso con la morena, puse en marcha una carta para Marcela. Por primera vez iba a escribir una carta de amor. Al final, morí, salí de un mosto de tristeza, escribí la carta y la envié por correo electrónico. Ella se había metido bien adentro, por donde tengo el hígado y el miedo y había roto mi pereza. La carta sentida, cierta, ridícula, no tuvo ningún efecto. Extrañé tanto a Rulfo cuando fui acusado de plagiario e insensible. Fui a buscarla, le dije que por primera vez había escrito una carta amorosa completa: era pésima pero original. Le conté lo de Rulfo y rió a carcajadas y tiempo después nos fuimos a vivir juntos. Esa era la verdad de las cartas.

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miércoles, 29 de agosto de 2012

Reseña: 35 muertos de Sergio Álvarez


@jppescribe

Haga clic para ver Sergio Álvarez (Documental)
(Realizador José Alejandro González)

35 muertos
Sergio Álvarez
Alfaguara. 512 páginas. Novela)


35 muertos es una narración de pequeñas instantáneas – capítulos durante 35 años, entre 1965 y 2000 de la historia de Colombia. En ella se cuentan las previas peripecias de los parientes del que será nuestro protagonista: un huérfano colombiano, del que no sabemos nunca su nombre, con una vida siempre rota. Vamos desde su nacimiento recorriendo diversos rincones de Colombia donde por igual acechan la alegría, el rebusque por la sobrevivencia y la violencia. Nidia, la madre del protagonista, muere prematuramente por complicaciones posteriores al parto que lo ha traído al mundo y el padre Fabio se suicida ante una garrafal quiebra de una ferretería. El protagonista  acaba de criarse junto a la tía Cristinita en un barrio popular en Bogotá, donde engrosa una pandilla y  ve cómo su tía funda con otros una comuna revolucionaria marxista en el barrio la Candelaria de Bogotá. Sus amigos de barrio lo entrenan en la criminalidad en la cual hace carrera como pandillero sin destacarse mucho. Así mismo,  llega a ser un estudiante remiso de filosofía, soldado, a la vez que administrador y constructor de un burdel, paramilitar, testaferro de narcos del cartel del Valle del Cauca y finalmente distribuidor de droga de poca monta en España al inicio del año 2000. El relato de las peripecias  previas que posibilitaron la vida, esto es, el nacimiento del protagonista, da cuenta de los conflictos sociales colombianos por la propiedad de tierras y extracción minería, revueltos con los enfrentamientos por ideologías de izquierda y de derecha y de los partidos liberales y conservadores y los emergentes y nunca consolidados del ala socialista durante el siglo pasado, que desembocaron en un recrudecimiento conocido como la época de La Violencia (1930- 1953).



Se ve en la novela cómo las secuelas de estos conflictos no resueltos aún afectan una guerra interna con raíces y aristas más variadas que lo que las simplificaciones de la prensa y muchos estudios académicos han hecho ver. 35 muertos también nos muestra al protagonista atravesando décadas en que la violencia por motivaciones sociales e ideológicas comienza a estar plagada por influencias foráneas que mutan el conflicto interno al punto de ampliar sus causas y el espectro violento, es decir, su consecuencias. Las fronteras entre los actores armados se nos muestran difusas, pero sí se ven con claridad en la novela las influencias de fuera en la violencia local, que van desde el narcotráfico -una actividad hasta ahora ilegal con una guerra impuesta desde afuera que no la vence- hasta el apoyo y financiamiento de multinacionales a grupos paramilitares que protegen los interés económicos de los conglomerados;  empresas extranjeras de extracción y procesamiento de hidrocarburos, oro, esmeraldas, banano, entre otras materias primas. Estos grupos paramilitares luchan contra las guerrillas que dicen proteger la soberanía colombiana frente a  los interés de estas empresas, y a su vez, ambos tienen su tajada en el negocio de la droga.

35 muertos cubre una época equivalente en años, siete lustros, que recorren los antecedentes y caracterización del conflicto contemporáneo en Colombia. De la denominada violencia bipartidista se pasa al surgimiento de las guerrillas y sus organizaciones representativas en la escena política en los partidos MOIR (Movimiento Obrero Independiente Revolucionario), UP (Unión Patriótica) y el M-19. Sigue a esto el surgimiento de los carteles de la droga y sus masacres y actos terroristas, y finalmente el surgimiento de escuadrones paramilitares -Hoy Bacrim- de orientación ideológica de derecha extrema con vínculos con empresarios locales y extranjeros y las organizaciones políticas tradicionales.
En 35 muertos tenemos que la tan mentada causa de la violencia como una condición inherente al ciudadano colombiano se desdibuja cuando pensamos en que el relato comienza en 1965, pero sabemos porque la historia ha sido acopiada, que entre 1965 y 1975, para sorpresa de lo fabricantes de estereotipos, hubo un periodo de paz. Sirve leer para comprobarlo el flamante libro Víctima de la globalización. La historia de cómo el narcotráfico destruyó la paz en Colombia de James D. Henderson y el comentario sobre el asunto de Alejandro Gaviria en El Espectador. A los conflictos irresueltos por tierras e ideologías se le sumo en la década de 1970 el tráfico de drogas y la violencia desencadenada por este negocio. En la trama de la novela aparece representada la época del narcoterrorismo de las décadas comprendidas entre 1980 y 2000, la toma del Palacio de Justicia y la intervención policial sangrienta en la Universidad Nacional de Colombia en su sede en Bogotá el 16 de mayo de 1984.
En 35 muertos las causas de la violencia pasan por los antecedentes históricos de un conflicto de varias décadas que ha cambiado en su forma y participantes, que antes afectaban mayoritariamente a la población rural del país, pero que se han extendido y afirmado en las zonas urbanas principales y secundarias con igual ímpetu.
La anomía (Término acuñado por Emile Durkheim) también está presente entre las causas de la violencia en la realidad histórica y en su representación novelística por Sergio Álvarez. No hay, pues, una estructura estatal o institucional vigente apta para la construcción de una sociedad en medio de unas normas y unos derechos; los lazos interpersonales y el desarrollo individual están constreñidos a los embates de una sociedad con altísimos índices delictivos. Se reconoce así el papel de reforzamiento y relevo desempeñado por los factores en los diferentes niveles de causalidad de la violencia delictiva. Detrás del origen de la violencia en Colombia está la mínima presencia del Estado en muchas partes del país, la desigualdad, la corrupción generalizada, la impunidad, los altos niveles de aceptación social de la violencia para resolver conflictos, y un país regionalmente fragmentado, que expulsa al exilio a sus ciudadanos, quienes terminan signados por su procedencia, como los emisarios de un país donde no se respeta la vida, se comercia con drogas y donde muchos conflictos básicos aún no se resuelven.
El asunto de la violencia delincuencial, del asesinato y el de la propiedad de la tierra es tratado en un diálogo que se ha vuelto ya emblemático en la difusión y comprensión de 35 muertos en Alemania y en Latinoamérica:
“Ay hermano, no se va a complicar ahora que le dieron una nueva oportunidad. Prefiero irme que convertirme en un sicario. Nadie lo va a dejar ir después de todo lo que ha visto. Yo no he visto nada, solo un montón de escrituras y han sido tantas que no podría acordarme de ningún detalle. Es igual; cumple la prueba o lo van matar. Nunca debí venir por aquí, me lamenté. Ahora empiezo a ver que los comandantes tienen razón, usted sigue siendo un comunista. Usted no entiende, le dije. Yo sí entiendo  y sé bien cómo  se llama lo que le pasa a usted. ¿Cómo? Cobardía. Puede ser. ¿Y sabe qué es lo peor? ¿Qué? Que por eso es que está tan jodido, por eso ni tiene un vida, ni familia, ni plata. ¿Cómo así? Usted llegó a viejo y no se dio cuenta de cómo funciona este país. ¿Acaso cómo funciona?, pregunté. Con muertos, hermano, en este país el que no ha matado o mandado a matar a alguien no progresa. Lo miré asustado. Créame, hermano, aquí la muerte manda y el que no mata ni manda a matar no es nadie, no vale nada.´´ ( Sergio Álvarez, p.428)
Se ve en el fragmento el conflicto armado interno de Colombia ligado con el problema de tierras cuando el protagonista dice no haber visto bien las escrituras de terrenos que ha estado modificando a favor de los paramilitares. La violencia se percibe como una moneda de intercambio y de supervivencia en una sociedad que la ha incorporado como la mejor manera de transferencia, ascenso social y resolución de conflictos.
Ha escrito Sergio Álvarez una novela magistral en que la realidad histórica como su ficcionalización y las causas de la violencia están muy bien relacionadas con antecedentes, con conflictos sociales, ideológicos y por  la tenencia tierras y a sus vez por la influencia externa en Colombia que estimula actividades como el tráfico de drogas, la minería y el tráfico humano, entre otros, en un mundo globalizado, como dice Tania Mariela Adams, en que los gobiernos locales e internacionales no tienen alcance o presencia para poner una barda o combatir con efectividad estos males. Formulación que va en el mismo sentido de la afirmación hecha arriba en que la ausencia de un Estado vigilante con sus garantías, derechos y oportunidades sociales produce una cadena de violencia. 35 muertos es una novela excepcional por divertida, porque conmueve también cada rato y muestra mejor que otros textos el mierdero de hoy y siempre de nuestro adorado país: Colombia.

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jueves, 2 de agosto de 2012

Tres poemas de Denis Johnson

Tres poemas del libro The incognito lounge and other poems de Denis Johnson vertidos al español. Autor también del libro de cuentos Hijo de Jesús y las novelas FiskadoroEl nombre del mundoÁngeles derrotados, Árbol de humo, entre otros.

Blancos de cuello blanco
Por Denis Johnson.
(Traducción Juan Pablo Plata)
Trabajamos en este edificio y somos espantosos
en la luz fluorescente, se sabe, nuestras ropas
despertaron esta mañana y nos tragaron como alhajas
y van los ascensores arriba y abajo, llenos de nosotros,
yendo y volviendo como el rocío de luz que va
alrededor de las salas entre los chalados por el baile.
Mi oficina huele como una teoría, pero aquí se llora
por ver a la bondad del mundo develada
y alzándose con el gobierno de sus labios,
el alfabeto cuajándose en el aire
alrededor de nuestras cabezas. Pero en las flamas de mi vientre
alguien baila, llamándome por muchos nombres secretos y llenos de luz
que se alzan y rompen, y veo mis vidas pasadas.
Pasajeros
Por Denis Johnson.
(Traducción Juan Pablo Plata)
El mundo estallará como un intestino al sol,
lo oscuro se volverá granito y el granito un nombre,
pero siempre habrá alguien montando en autobús
por las encrucijadas regadas con vidrios rotos
entre las mujeres sin palabras que golpean a sus niños;
siempre un lento alfabeto de lluvia
hablando de naufragar y perecer en el aire,
siempre estas definitivas cárceles de luz en el cielo
en la boda entre la claridad y la tormenta
y una mujer que se vuelve y revuelve su cabello
en un lánguido vuelo, viajando entre marcos y marcos de memoria,
donde la cara del pasado se convierte en chispas esmeriladas,
para abrir así su gracia y su increíble daño
sobre mi vida, y nunca voy a morir.
Vísperas
Por Denis Johnson.
(Traducción Juan Pablo Plata)
Las toallas se pudren y me da asco
esta húmeda península donde inventaron la niebla
y el abuso de drogas, y donde enseñaron a la luz a desvanecerse,
donde mi corazón barato y de calidad suprema llora
porque nunca besaré otra vez tus famosas rodillas
en un cuarto que se ha hecho difuso
al tirar una pañoleta sobre la lámpara.
Las cosas se ponen se ponen radicales en lo oscuro:
los veleros en la ensenada zarpan,
la provincias de la actualidad gatean sobre el mar.
Ahora, el crepúsculo pastorea con ternura
rumbo a los parqueaderos agotados.
La puesta de sol instantánea en los parachoques,
la memoria y la paz …. el asidero del caos …

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sábado, 21 de julio de 2012

Arquitectura y paisajismo en Colombia. ¿En qué vamos?


La arquitectura paisajista, conocida también como diseño ambiental de edificaciones, ha ido tomando fuerza en Colombia en las dos últimas décadas con la aparición de programas académicos, organizaciones, eventos y los más importante: profesionales y empresas que practican esta especialidad.
Con antecedentes en la jardinería europea de siglos pasados y el ordenamiento territorial, el paisajismo abarca proyectos en lugares privados y públicos donde la búsqueda estética va paralela a un plan y ejecución sostenible de reformas a espacios urbanos o rurales por medio del desarrollo de escenarios naturales en las ciudades o hábitats urbanos en el campo. En el primer caso se acompasa el caos citadino entre autopistas, industrias y grandes inmuebles con la intervención paisajista consciente de factores como la idiosincrasia, lo eglógico, la geografía, el clima, entre otros, desde una perspectiva local que no descuida las influencias foráneas que recibe y produce. En el segundo caso interesa la conservación natural pese a la intrusión de lo artificial. En términos del filósofo Henry David Thoreau , la cuestión paisajista estriba sobre la pregunta “De qué sirve una casa si no se cuenta con un planeta tolerable donde situarla“.
Es así que no basta con planear y hacer un espacio en un mobiliario urbano con la capacidad de embellecer, sino que las implicaciones ecológicas de la obra arquitectónica son fundamentales. Generar un sitio funcional con materiales y estructuras idóneas a la vez que ir en armonía con las necesidades de preservación de La Tierra, parece ser una consigna básica de la concepción actual de este tipo de trabajos. En otras ocasiones, el paisajismo atiende la rehabilitación de espacios naturales desvastados, la restauración patrimonial y la adecuación recreacional.

Es tal la vigencia del tema, que la SAP, fundada en 1981 (Sociedad de Arquitectos Paisajistas de Colombia) organización adscrita a IFLA (Federación de Internacional de Arquitectos Paisajistas, por su sigla en inglés) celebrará este año la conferencia Bordes: paisajes de la alerta. Conferencia Regional de las Américas, en Medellín, entre el 17 y 20 de octubre, que tendrá entre sus principales invitados a figuras de la talla de Mechtild Rossler, Juan Figueroa, Patricia Johanson y Kathryn Moore, los cuales trataran paneles sobre realidad geográfica vs. formas de ocupación, marginalidad vs. identidad, política pública vs. paisaje e innovación local en la intervención.
(Para más información www.iflasap2012.com)
Colombia tiene hoy siete programas de posgrado de arquitectura paisajista y seis programas de pregrado con asignaturas sobre el tema, disponibles para arquitectos o profesionales afines quienes deseen ensanchar sus conocimientos a lo largo del país, en un campo que, como ya decíamos, cobra cada vez más fuerza, gracias a la creciente ola mundial por un desarrollo que proteja la vida.
Dentro de los profesionales y empresas de arquitectura paisajista nacionales destacan los consorcios Fajardo y Grupo Verde Ltda. con Mocowa, casa de campo, el futuro proyecto de propiedad horizontal a menos de tres kilómetros del municipio de la Tebaida, en Quindío. Proyectos finalizados exitosos son el Parque de la Vida, en Armenia y Parque del Agua, en Bucaramanga por Alfonso Leiva y Michelle Cescas, además los exteriores del Centro Cultural Biblioteca Julio Mario Santo Domingo en Bogotá, ideados por Diana Wiesner en colaboración con Daniel Bermúdez, ambos, arquitectos insoslayables a la hora de hablar sobre la práctica del paisajismo.
Ahora bien, para finalizar, la pregunta del título se podría responder con que la arquitectura y la construcción en general van bien en Colombia en cuanto a la incorporación del paisajismo y el cuidado ambiental en su accionar. Sin embargo, el paisajismo está lejos de ser una asunto extensivo, con una política de Estado correlacionada con los estándares y tendencias internacionales. Pareciera, junto al tema de la Responsabilidad Social, que en arquitectura paisajista está todo por hacer y que la inversión y la investigación son dos pilares clave en el camino de diseñar, construir y residir como colombianos y latinoamericanos sin menguar “nuestra calidad de vida” y la de los demás seres vivos en el sentido más amplio de la frase.
(Foto de arriba de carolinazuarq en flickr.com)

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sábado, 30 de junio de 2012

Entrevista (Podcasting teatro colombiano) a Fernando Duque Mesa.

Entrevista (Podcasting teatro colombiano) a Fernando Duque Mesa.

Por: Juan Pablo Plata    

Fernando Duque Mesa (Medellín, 1956)
Crítico e investigador del teatro colombiano. Autor de los libros: Antología del teatro experimental en Bogotá, Dramaturgias y estéticas del teatro gestual y el teatro del silencio arcáico y contemporáneo: teorias y prácticas, Investigación y praxis teatral en Colombia, Pensar el teatro: 200 ensayos sobre 200 obras de teatro colombiano, Santiago García : el teatro como coraje y El teatro y las artes plásticas (teoría y práctica de lo fronterizo) : teatro, happening, performance, multimedia, instalaciones, danza, danza-teatro.



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miércoles, 27 de junio de 2012

Espacio Odeón y los últimos días de la exposición Lucerna de Oscar Santillán en Bogotá

Por Juan Pablo Plata

The Manifesto of Goodness from Oscar Santillan on Vimeo.



En lo que era un lugar lacrado, olvidado y usado como parqueadero y modelo de la indolencia con el patrimonio inmobiliario; en lo que fue antes el Teatro Odeón (Fundado en 1941 y tuvo pista de patinaje) y sede del Teatro Popular de Bogotá (TPB) y la sede del teatro El Búho -Según Sandro Romero Rey, uno de los espacios clave en el forjamiento del teatro colombiano moderno- , en la dirección Carrera 5 #12 C -85, en Bogotá, Colombia, ahí, cuatro quijotas, María Fernanda Currea, Tatiana Rais, Vanessa Adatto (excelente guía de Odeón) y Juliana Steiner abrieron Espacio Odeón y la Fundación Teatro Odeón. Una galería y centro cultural cuyas actividades futuras incluirán teatro, música y exposiciones de arte en varios formatos y la segunda edición de la Feria de Arte Contemporáneo entre el 19 y 23 de octubre de 2012, paralela a ARTBO.

Daybreak
Daybrake. Oscar Santillán.  Pintura removida de la pared  y reorganizada en el piso.
Cascade
(Interior de Espacio Odeón y proyección de Cascade – Cascada de Oscar Santillán)
En la actualidad, Espacio Odeón acoge entre sus paredes saneadas la exposición individual Lucerna del artista ecuatoriano Oscar Santillán hasta el próximo 7 de julio.  Sus trabajos ponen al espectador a decidir si debe creer en el relato sobre el proceso de realización de las obras: ¿Podemos creer que Oscar se hizo inyectar sus testículos con pigmentos vegetales para después masturbarse y tomar un foto de su semen colorido (Semen de Color I y Color semen II Ambas impresiones fotográficas metalizadas de 100 X 150 cm)?, ¿qué hay de verdad en la obra de arte de acción por la que fue al campo y ordeñó una vaca, mantuvo en su boca un buche de leche y lo llevó hacia el pueblo más cercano donde alimentó a un gato desde su boca (El Manifiesto de la Bondad. Perfomance. Proyección de diapositivas)?, ¿pudo encerrar un pedacito de nube en un poliedro de mármol por medio de una aspiradora (Nube. Escultura 20 X 20 X 20)?
Santillán, de tan solo 32 años, hace arte autorreflexivo, incisivo y humorístico.
Los invito a visitar Espacio Odeón al que le auguro lo mejor.

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