miércoles, 12 de noviembre de 2008


He oído decir que la única manera de cuidar el ánimo es manteniendo templada la cuerda de nuestro espíritu, tenso el arco, apuntando hacia el futuro. Pero en este momento estoy solo, y artardece; veo desde mi ventana el último reflejo de sol en la pared de la casa de enfrente.
Aunque mantengo templada la cuerda de mi espíritu, lo cierto es que tanto el momento del día como ese último reflejo no me parecen el contexto más adecuado para apuntar hacia nada. Por si fuera poco, me viene a la memoria Sed de mal, con Marlene Dietrich, ojos muy fríos e impavida, espetándole rotunda a Orson Welles después de echarle la cartas: "No tienes futuro".

Y es más, me llega de golpe la impresión, a modo de súbito destello, de que cuando oscurece, siempre necesitamos a alguien: todos somos vulnerables, nos sentiemos solos, tenemos muchos miedos y necesitamos mucho afecto. Eso aumenta mi impresión de angustia, aunque paradójicamente la impresión misma termina por reverlarse muy feliz y oportuna cuando descubro que le hace sombra a todo, hasta a la pared de la casa de enfrente y al último reflejo del sol, y de paso a cualquier idea de futuro.

Fragmento tomado de Dietario voluble de Enrique Vila-Matas. (Anagrama, 2008)

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1 Comentarios:

Blogger yacasinosoynadie dijo...

que puto buen fragmento

23 de noviembre de 2008, 5:52 p.m.  

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