Crítica sobre la crítica
Por Juan Pablo Plata @jppescribe
La crítica casi siempre es inferior a la obra, pero no por esto debe sumisión.
La crítica literaria en Colombia –juicio e interpretación de las obras– ha estado marcada por la benevolencia. Porque las cuentas que muchos hacen pasan por juzgar que si el cubrimiento de asuntos culturales en medios es poco y la producción cultural nacional es también mínima y recibe también un apoyo privado y estatal pequeño, con booms o auges de poca duración, entonces no se debe hacer crítica, ni señalar errores porque es lo único que informamos y lo poco que hay en el país: «¿Cómo vamos a hacer crítica? Ensalcemos mejor, así sea de mala factura y resultado», dicen. No vaya a ser que dañemos con esto también nuestra imagen en el exterior y disminuyamos los bajos índices de lectura local.
Hacer lo contrario – hacer verdadera crítica (Sociocrítica, comparativa, amplia, breve, entre otras) – con la literatura y demás manifestaciones artísticas, nos permitiría no creernos los mejores ni los peores, como ocurre con las gestas deportivas en que elevamos hacia alturas de símbolos patrios a un conjunto de jugadores. Pero si pierden son nuestra mayor vergüenza e incluso asesinamos porque un jugador ha anotado en su propia portería en un mundial de fútbol.
La benevolencia en la crítica no educa el gusto, al contrario, deja a los lectores indefensos ante la seducción publicitaria o ante una información sin estimaciones acerca de la más o menos justa valía de las obras. La crítica literaria se hace cuando se crea un programa de estudios literarios, cuando alguien organiza una biblioteca pública o privada como bien lo decía Jorge Luis Borges; cuando llenamos con apuntes una libreta que acompaña nuestras lecturas o respondemos a una entrevista. Al pasar el voz a voz de un libro con nuestra subjetiva opinión y experiencia también hacemos crítica. No sólo cuando se escribe para un medio periodístico o para la academia se hace crítica. El registro escrito más temprano de crítica en la civilización occidental a obras literarias está en la Poética de Aristóteles. La crítica del momento en Colombia sabemos quiénes la hacen(ían) y cómo: con benevolencia y lambisconería o mera glosa; paráfrasis. Contadas algunas excepciones: Luis Fernando Afanador, crítico del Grupo Semana, a ratos ajusticia o encumbra con clarividencia a libros y autores, junto a otros pocos comentaristas aguerridos en Revista Arcadia y en otras publicaciones del mismo grupo periodístico. Igual hacía Juan David Correa en su columna de opinión en El Espectador y lo secundaba, cuando no habla de otras cosas, el escritor Juan Gabriel Vásquez. En revista Número y en El Malpensante se daban dos fenómenos con la crítica de libros: en la primera se reseñaban libros editados en español en cualquier lugar con una responsabilidad azarosa, por escritores, lectores y críticos externos al cuerpo editorial de la publicación. Muy parecido el asunto a como es la crítica hecha todavía en el Boletín Bibliográfico y Cultural del Banco de la República de Colombia. En El Malpensante casi siempre se reseñaba para dar palo y de ciertos años a esta parte sólo reseñaban novedades colombianas. Esto hay que celebrarlo viniendo de una revista marcianísima, hecha para lectores de Marte como la definió Harold Alvarado Tenorio. (Hellor(d))
Mención aparte merecen las profesoras de la Facultad de Artes y Humanidades - Estudios Literarios de la Universidad de los Andes de Bogotá. Usted debe leerlas para conocer textos especializados en la mujer: en el feminismo teórico y crítico.
(Foto arriba de Juan Pablo Plata. Copyright. 2017)
Etiquetas: autores, critic, cultural, interpretación, juicio, literatura, literature, medios, periodismo
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