lunes, 4 de junio de 2018

El último trabajo malo (Fragmento) — The Last Bad Job, por Colin Dodds. Traducción - Juan Pablo Plata.




Traducido por Juan Pablo Plata

«En el fondo, sabemos que tratamos de alcanzar y mantener altas metas espirituales en un lugar extremadamente violento y perverso. Sabemos que el Mundo no es indiferente para nosotros. Es fuertemente hostil hacia los logros espirituales que están al centro de nuestras vidas. Siendo ese el caso, no estamos del todo en contra de las “partidas voluntarias”, si la otra opción es ser tragado, otra vez, por el Mundo. Pero estos no son suicidios como los conoces. Son una forma de defensa spiritual».
«Entonces, ¿cómo es que estas “partidas voluntarias” encajan con tus planes?»pregunté.
«El Redentor ama a los suyos como un padre. Él no nos quiere confundidos o que seamos engullidos por el Mundo o por las maquinaciones de su ira. “Aquello que está corrupto no tolerará el paso”. Lo he oído directamente. Quiere él que permanezcamos íntegros. De lo contrario no podremos reunirnos con los sobrevivientes, los evolucionistas».
«Entonces, ¿cuándo va a comenzar?»
«¿Cuándo comenzara qué?»
«El final».
«Más pronto de lo que piensas. El mundo está empeorando cada día. Hubo un tiempo, no hace mucho, cuando los médicos, abogados, banqueros, entretenedores e inventores hicieron del mundo algo mejor con cuanto hacían. Ayudaron a la humanidad a progresar. Y no sé exactamente cuándo cambió todo, pero ocurrió. Se reversó. Ahora cada desarrollo en la ciencia, las artes y la ley solo hace a la humanidad un poco peor. Es demasiado tarde. Las cosas ya no se pueden mejorar».
Cosmología aparte, él sonaba como un hombre careverga seguro de sí mismo que ha pasado la edad media y ha decidido que el mundo se va a la olla. Pero me guardé esto para mí.
«¿En serio?»
«Incluso acá, estamos empeorando, lentamente, pero estamos empeorando. Entonces para responder a tu pregunta: no me preocuparía mucho por pagar mis tarjetas crédito si fuera tú».
«Gracias por el consejo».
No se me había ocurrido que la audiencia fuera un subterfugio. Pero lo era y funcionaba. De pronto, no he obtenido mucha ayuda con mis sueños, pero conseguí más respuestas cándidas esa tarde que en todos los meses que había estado ahí.
Luego fue hora para que Dizzy hiciera preguntas.
«Por otra parte, mira. Estoy curioso sobre cómo va saliéndote la historia. ¿Qué escribirás sobre mí, este lugar y lo que estamos tratando de hacer?»
«No lo sé, creo que me quedaré un rato más para ahondar un poco más en las cosas y sumergirme».
«Hasta que toquemos la campana del Armagedón y bebamos Kool-Aid?»
«No exactamente, uum, estuve pesando en quedarme un mes o dos, si está bien, y volver y sopesarlo y entonces escribir. Todavía no tengo un ángulo».
«Te ves incómodo. No puede ser fácil ser el primer carroñero aquí en la fiesta»dijo Dizzy, mirándome con fijeza con su ojo bueno. El ojo perezoso miraba hacia la venta abierta detrás de mí sin disturbarse.
«No va a ser una historia sangrienta en absoluto. Por lo que he visto, puede ser suficientemente inocuo como para que me despidan. “Celebridad lleva nueva vida en el desierto”, algo así. En realidad, no sé hacia dónde va esa historia. ¿Tú?»
Él no subió la voz, pero de pronto Dizzy se molestó.
«Te diré lo que pienso. Pienso que tu vista de este lugar ha sido excesivamente coloreada por lo que pasó a Mary Beth… por lo que ella se hizo a sí misma. Me temo que no le dirás a la gente qué estamos tratando de hacer aquí. Creo que tienes un poco de carne y estás listo para acabar con tus fallas. Te gustaba Mary Beth, tal vez de verdad te gustaba. Con todo, ella solo es material para tu molienda: un suicidio para anclar tu historia. Esta debe estar llena de sangre y ser lo suficientemente desagradable para hacer felices a los editores y reforzar la noción de cerebro de vaca de que somos un culto peligroso de sexo y muerte. Quieres un acceso completo a la crucifixión y no te importa quién martilla las uñas. Eso es lo que pienso».
Hubo una pausa larga mientras pensaba sobre la situación desde su punto de vista, en la que yo era un agente que el Mundo ha enviado para recoger la evidencia necesaria para desacreditarlo y burlarse de él. Ya había comenzado a ensañar mis sobrias, cortas y cultivadas frases y referencias a la cultura popular que usaría para expresar mi falsa angustia y precisa indignación sobre el Depravado Culto a la Muerte de Dizzy.
Supongo que Dizzy era mejor en mi trabajo que yo. Él estaba en lo cierto: la historia ya tenía las patas que necesitaba. Gracias, Mary Beth.
Pensé en publicarla así.
En una semana lenta, incluso sin un suicidio masivo, la historia podría llegar a primera página. Habrá el obvio tumulto. La policía comenzará a hacer preguntas sobre los suicidios. Los servicios sociales comenzarán a quejarse sobre los infantes. La Asociación Nacional de Rifles querrá verificar el alcance de los rifles. De la Oficina de Impuestos querrán encontrar fallas en su devolución de impuestos. ¿Suena a algo familiar? Así le sonaba a Dizzy.
Como reportero, puedes hacer la diferencia, pero no siempre una buena diferencia. Pensando en mi rol en todo el proceso me hizo imaginar qué me gusta menos: Dizzy o el Mundo.
«Es como te dije. Tengo que juntar mis apuntes, entrevistas, con tus libros, panfletos, impresos y todos los otros materiales que me diste. No sabré cómo será la historia hasta entonces».
Era una mentira. Quería sangre. Una atrocidad masiva de nuestra gran nación cabeza de vaca. Solo mátate de una jodida vez. Solo hazlo, bobalicón megalómano, pensaba para mí, centrándome con fuerza en el puente de su nariz para evitar que mi mirada saltara con incomodidad desde su ojo perezoso hacia su ojo bueno.
«Sabía en lo que me estaba metiendo al dejar entrar a un periodista aquí. Pero ahora que me he dado cuenta de que no ha estado bien», dijo Dizzy, rompiendo con un tono delicioso. «Para evitar interrumpir las rutinas de mis discípulos, he estado reteniendo muchas cosas para ti. Quiero que comiences a ver los verdaderos trabajos de este lugar. Qué es lo qué pasa. De ahora en adelante, nada estará limitado para ti. Estarás bienvenido a todas las audiencias, las enseñanzas y meditaciones. Incluso estás invitado a trabajar en las televentas con lo demás si te parece».
«Tal vez sea algo bueno. Me gusta».
«Grandioso. Mañana inicias. Me he dado cuenta de que no te he dado ninguna instrucción, perspectiva real de lo bello e importante que hay en todo lo que estamos hacienda aquí. Sé que estas pocas semanas han sido una prueba para ti. Y puedo ver que estás insatisfecho. Has estado triste por mucho tiempo, incluso antes de que nacieras».
Esta era la difícil venta de lo sagrado de Dizzy, podía verlo. Asentí con la cabeza para alejarlo un poco más.
«Quiero que confíes en mí un poco más en las próximas semanas. Sé que no dejarás el escepticismo que es tan clave para tu trabajo. Pero quiero que me demuestre el porqué estás aquí en realidad. Quiero que te des la oportunidad de entender y razonar el porqué estamos aquí, viviendo así. Nosotros no somos una monstruosidad de enfermedad mental a las afuera de la Interestatal 10. Quiero que trates de aprender nuestras razones por tu propia cuenta. Como mínimo, añadirá un contrapunto a lo que sea que ya has escrito. ¿Te parece bien?»
«Está bien. Suena bien» —exclamé.
Dizzy me ofrecía más acceso y más de Dizzy para mi historia. Debí haber estado excitado. Pero esto solo me hizo querer saltar más la cerca con alcance de rifle.
Cuando no te puedes calmar es usualmente cuando más lo necesitas. Y no fue fácil. Pero lo logré con mi mejor apersonamiento de una reflexión sombría mientras caminaba detrás de la cabaña Dizzy.
En el compartimiento, puse la silla plegable contra la puerta. No se sostendría mucho, pero calmaría a cualquiera. Me curvé sobre el escritorio y escribí todo lo que podía recordar de mi conversación con Dizzy. No podía esperar a que mi portátil iniciara. Necesitaba redactar tanto como pudiera antes de que olvidara. Traté de centrarme en el asunto de la partida voluntaria. La muerte era mi dólar, todo bien, y yo estaba acumulando tanto de ella como podía. Antes de parar a respirar o rascarme la cabeza, alguien golpeó a mi puerta. Tres golpes rápidos e impacientes. Doblé mi libreta legal de apuntes y abrí la puerta. Era Jack, quien nunca antes me había visitado.
«Hola, Jack, ¿cómo estás?»
«¿Qué haces acá?»
«Solo organizo las notas de lo que he escrito. Trabajo».
«Oh. ¿Estás trabajando?», dijo Jack ampliando sus fosas nasales.
«Sí. Siempre estoy trabajando».
«¿Cómo te fue con la pequeña charla con Dizzy?»
«Me fue bien», dije tan simple como puedo hacerlo.
«¿De qué hablaron?»
Jack estaba parado a un pie dentro de la puerta, estático, flexionando sus músculos de la espalda para hacerse ver más grande y parándose muy cerca.
«Fue una conversación privada».
«¿Has conseguido algo bueno para usar en tu historia? ¿Algunas frases?»
«No conseguí nada. Todo fue fuera de registro»
«Entonces, ¿cuándo saldrá publicado?»
«No estoy seguro. Debo hablar con mi jefe, mi editor sobre eso».
«¿Sí? ¿Qué vas a escribir sobre Dizzy y nosotros en tu historia?»
«No lo sé. Todavía tengo que revisar mis notas, hablar con más personas como tú y hacer más cosas como esta.»
«¿Es en realidad tan demorado contar a la gente que hay un montón de locos religiosos en el desierto?»
«¿Perdón?»
«Porque eso es lo que vas a escribir».
«No. De hecho eso es lo que estoy tratando de evitar…»
«No me vengas con cuentos. Conocí gente como tú en la universidad, como pequeñas maravillas sin pipí. No podían acostarse con nadie. Entonces caminaban actuando como gente más inteligente que el resto. Van por ahí comentando lo que todos hacen, tratando de hacerles sus vidas tan mierdosas como la tuya. Siempre me pregunto: ¿cómo es que eres más inteligente que nosotros y eres un miserable y chico hueco del culo? ¿Por qué desperdicias tu tiempo caminando, juzgando a la única gente que volverá a ser feliz de nuevo? Pensaba que personas como ustedes eran solo perdedores. Pero en realidad son unos estúpidos. Los más estúpidos».
«Siento que te sientas así... ¿Has acabado?»
«A lo mejor solo he comenzado».
Se paró más cerca. Podía oler la menta en su olfato. ¿De dónde había sacado la goma de mascar? Nadie tenía goma en el rancho. El pensamiento me distrajo de la súplica que le debía al intimidador.
«Jack. Vamos. No quiero ningún problema».
«Estás en lo cierto. No quieres. Pero recuerda esto».
Jack expectoró en una porción del piso de mi compartimento, sonrío y se fue, golpeando la puerta cerca de mí con fuerza.
Entonces este era el plan: Dizzy el policía bueno y Jack el malo. Si yo era el próximo suicida no debería sorprender a nadie, supongo. El acceso completo no vendría fácil después de todo. Una cosa válida de saber era que Dizzy hizo a su esposa e hijos firmar un contrato de confidencialidad antes de dejarlos para ir al desierto. Supe esto por su abogado después de repetidas llamas fallidas a las casas de sus familiares donde solo conseguía un «sin comentarios».
Escarbando en mi maleta, saqué la historia que había escrito antes de venir aquí. Solo 650 palabras rápidas. Concebidas para usarse como un copiar y pegar de fondo para un texto, un obituario o una historia de masacre.

Necesitaba recordarme que Dizzy no era el Mundo entero y del Mundo grande al que yo pertenecía. 

***
Colin Dodds, autor norteamericano, inédito en español. Novelista y poeta, publicado en múltiples medios. Nominado al Pushcart Prize. Vive en Brooklyn, Nueva York, con su esposa e hija.

Juan Pablo Plata.. Autor de la antología periodística Arqueo de los días (Ibañez Editores. 2018).

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