sábado, 29 de septiembre de 2018

A un escritor joven. Por Joyce Carol Oates. (Extraído del libro La fe de un escritor. The faith of a writer)




(En la imagen. Joyce Carol Oates. Foto con Creative Commons Lewis Center of Arts en Flickr.com)




Escribe tu corazón.

Por Joyce Carol Oates

(Traducción de Juan Pablo Plata)


        Nunca te avergüences de tu tema y de tu pasión por él.

        Tus pasiones "prohibidas" probablemente sean el combustible para tu escritura. Como nuestro gran dramaturgo estadounidense, Eugene O'Neill, furioso de por vida contra un padre fallecido hace mucho tiempo; como nuestro gran estilista de prosa estadounidense Ernest Hemingway enfurecido de por  vida con su madre; como Sylvia Plath y Anne Sexton luchando en sus vidas con el seductor Ángel de la Muerte: tentándolas al éxtasis del auto asesinato. El instinto de auto laceración violenta en Dostoyevsky y el castigo sádico de los "incrédulos" en Flannery O'Connor. El miedo a volverse loco de Edgar Allan Poe y cometer un acto irrevocable e indescriptible: asesinar a un anciano o a una esposa, colgar y sacar los ojos del gato "amado". 
Tu lucha con tu ser enterrado, o los yoes, producen tu arte; estas emociones son el combustible que impulsan tu escritura y hacen posible horas, días, semanas, meses y años de lo que a otros les parecerá, a distancia, como "trabajo". Sin estos impulsos mal entendidos, podrías ser una persona superficialmente feliz y un ciudadano más involucrado en tu comunidad, pero no es probable que crees nada sustancial.
        ¿Qué consejo puede ofrecerle un escritor mayor a un menor? Solo lo que él o ella podría desear que le hayan dicho hace años. ¡No te desanimes! ¡No eches miradas de soslayo comparándote con tus compañeros! (Escribir no es una carrera. Nadie realmente "gana". La satisfacción está en el esfuerzo, y raramente en las recompensas consiguientes, si hay alguna). Y otra vez, escribe tu corazón.
        Lee ampliamente, y sin disculpas. Lee lo que quieras leer y no lo que alguien te diga que debes leer. (Como comenta Hamlet, "sé que no 'debería'".) Sumérgete en un escritor que amas y lee todo lo que ha escrito, incluido el trabajo más antiguo. Especialmente el primer trabajo. Antes de que el gran escritor se hiciera grande, o incluso bueno, buscaba a tientas un camino, buscando a tientas una voz, tal vez, como tú.
        Escribe para tu propio tiempo, si no es que para tu propia generación exclusivamente. No puedes escribir para la "posteridad", pues no existe. No puedes escribir para un mundo difunto. Puedes dirigirte, inconscientemente, a una audiencia que no existe; puedes intentar complacer a alguien que no estará satisfecho y que no vale la pena agradar.
        (Pero si te sientes incapaz de "escribir tu corazón", inhibido, avergonzado, temeroso de herir u ofender los sentimientos de los demás), puedes intentar una solución práctica y escribir bajo un seudónimo. Hay algo maravillosamente liberador, incluso infantil sobre un "seudónimo": un nombre ficticio que se le da al instrumento con el que escribes y no adjunto al tuyo. Si cambian tus circunstancias, siempre puedes reclamar la autoría en la escritura. Siempre puedes abandonar esta escritura y cultivar otra. La publicación anticipada puede ser una bendición dudosa: todos conocemos escritores que darían cualquier cosa por no haber publicado el primero de sus libros e intentarán comprar todas las copias existentes. ¡Demasiado tarde!)
        (Por supuesto, si deseas una vida profesional que implique enseñanza, conferencias, lecturas, deberás reconocer el nombre de una escritura pública, pero solo una).
        No esperes ser tratado justamente por el mundo. Ni siquiera esperes ser tratado misericordiosamente.


Mi fe como escritora

Por Joyce Carol Oates

(Traducción de Juan Pablo Plata)

Creo que el arte es la más alta forma de expresión del espíritu humano.

Creo que anhelamos trascender lo meramente finito y efímero; participar en algo misterioso y comunal llamado "cultura"-este anhelo es tan fuerte en nuestra especie como nuestro anhelo de reproducir la especie.

A través de lo local y lo regional, por medio de nuestras voces individuales, nosotros trabajamos para crear arte que hablará a otros que no saben nada de nosotros. En nuestra oblicuidad entre todos, una inesperada intimidad crece.


La voz individual es la voz comunal. La voz regional es la voz universal.


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